Stoke Space anunció una importante ronda de financiación el miércoles, pero a primera vista puede parecer una apuesta más en el mercado de lanzamientos comerciales. Los detalles son otra historia.
La ronda Serie D de 510 millones de dólares, liderada por US Innovative Technology (USIT) del multimillonario Thomas Tull, un fondo que invierte explícitamente en tecnologías relacionadas con la seguridad nacional, pone de relieve un cambio importante en la industria de lanzamiento. Hasta ahora se suponía que el ganador del lanzamiento sería la empresa que capturara la mayor parte de la carga útil comercial.
Si bien todavía existe una demanda comercial por parte de los desarrolladores de constelaciones civiles y casos de uso emergentes, como la fabricación espacial y las cargas útiles lunares, el centro de gravedad se ha desplazado decisivamente hacia la defensa.
Hace apenas unos años, las nuevas empresas espaciales vendían a los inversionistas una visión para mercados comerciales en rápida expansión, como el monitoreo del clima, la banda ancha y los satélites de detección remota. Astra, por ejemplo, dijo a los inversores en sus materiales SPAC de 2021 que planea lanzar eventualmente cientos de cohetes al año para atender al creciente mercado de satélites pequeños. Relativity Space ha presentado a los inversores una revolución de la impresión 3D que podría abaratar los cohetes y aprovechar la demanda comercial a gran escala.
Sin embargo, el número de cargas útiles comerciales que se pueden transportar es limitado y sólo una empresa, SpaceX, las ha lanzado con éxito de forma económica y fiable.
La defensa, en cambio, va en la trayectoria opuesta.
Los cambios geopolíticos como la guerra de Rusia con Ucrania y la escalada de la carrera espacial con China están creando nuevos vientos de cola. La nueva iniciativa Golden Dome del Pentágono, un proyecto multimillonario destinado a construir un escudo de defensa antimisiles de múltiples capas sobre los Estados Unidos continentales, ha creado una nueva y lucrativa oportunidad para el ecosistema aeroespacial.
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Mientras tanto, programas como el Lanzamiento Espacial de Seguridad Nacional (NSSL) de la Fuerza Espacial y la constelación de satélites de defensa antimisiles de la Agencia de Desarrollo Espacial prometen contratos predecibles y costosos durante años.
Las startups que lanzan son conscientes. Su lenguaje, sus inversores y sus modelos de negocio se están recalibrando hacia un único comprador: el gobierno de Estados Unidos.
Stoke Space hace referencia a esta realidad en un comunicado de prensa y dice que la nueva financiación fortalecerá «las capacidades de toda la base industrial espacial de Estados Unidos». El apoyo de otros nuevos inversores como Washington Harbor Partners y General Innovation Capital Partners enfatiza aún más «la importancia de Stoke para la seguridad nacional y la base industrial de Estados Unidos», dijo la compañía.
La reciente victoria del Stoke pone de relieve esta realidad. En marzo, la compañía fue uno de los pocos proveedores de lanzamiento seleccionados para el programa NSSL Fase 3 Carril 1. El programa permite a la empresa competir por hasta 5.600 millones de dólares en contratos de lanzamiento durante los próximos 10 años.
Otros acuerdos recientes cuentan una historia similar. La reciente adquisición de SciTec por parte de Firefly por 855 millones de dólares fue enmarcada por el director ejecutivo Jason Kim como una medida para fortalecer las «capacidades de la compañía para respaldar un número creciente de misiones de defensa». Eric Schmidt, nuevo propietario de Relativity y ex director ejecutivo de Google, advirtió recientemente a los legisladores que si China logra primero la superinteligencia, «cambiará el equilibrio global de poder en formas que no tenemos forma de entender, predecir o abordar».
Aunque sus comentarios no se referían específicamente a los lanzamientos, resumieron el sentimiento más amplio en toda la industria espacial: «Estados Unidos no puede permitirse el lujo de perder en áreas estratégicas como el espacio y la inteligencia artificial».
En ese contexto, la USIT tiene una clara ventaja en la nueva ronda. Thomas Tull lanzó el fondo en 2023 para financiar tecnologías «relevantes para el interés nacional».
Sus inversiones pasadas son diversas pero están relacionadas con la resiliencia nacional, incluidas las nuevas empresas de defensa Shield AI y Gecko Robotics. La inclusión de Stoke en esa cartera consolida la nueva realidad de que la inversión espacial se encuentra en la intersección del capital de riesgo y los presupuestos de defensa.
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